La educación obligatoria se apoya en el esfuerzo y la aportación cotidiana de miles de maestros. La evidencia internacional señala que, junto con la habilidad cognitiva de los estudiantes, su motivación para llevar a cabo sus estudios y el involucramiento y respaldo de los padres de familia, el más importante factor de calidad y de mejora en la educación es lo que los docentes saben y hacen.
Los estudios más actualizados señalan que su actividad en el aula y el acompañamiento a sus alumnos explica algunos de los cambios en los logros de aprendizaje de los estudiantes.
De las diversas investigaciones realizadas sobre este tema, se puede establecer que un maestro excelente:
Por esa razón, la reforma educativa estableció que es obligatorio que todo ingreso a funciones docentes se realice por concurso para que sea el mérito el criterio clave para ingresar al servicio docente; determinó apoyar a los docentes de nuevo ingreso mediante programas de tutoría; mandató que los docentes en servicio se sujetaran al menos cada 4 años a una evaluación; y dispuso el fortalecimiento de una oferta de programas de formación continua a los docentes en servicio para ampliar permanentemente sus capacidades y favorecer su dominio disciplinar y pedagógico.
La evaluación ha hecho posible transitar de un sistema opaco, arbitrario e injusto a un sistema que privilegia la dedicación personal y el esfuerzo profesional basado en derechos y obligaciones. Y en este sentido, la evaluación no debe ser vista como un fin, sino como un medio para conocer cuáles son las fortalezas y cuáles son las áreas de mejora de cada uno de los maestros.
La formación docente no sólo se vincula con la capacidad y las oportunidades de formación y desarrollo profesional al alcance, sino también de la voluntad del docente para mejorar, renovarse, cambiar y avanzar, lo que refleja su responsabilidad personal, profesional y el compromiso con su propio desarrollo profesional. Es este sentido, este modelo de formación permite la autogestión del aprendizaje y que los docentes definan su propia trayectoria formativa.
La Estrategia Nacional de Formación Profesional Docente se fundamenta en los siguientes elementos: